miércoles, 6 de agosto de 2008

Conociendo al Mago...

‘’…El diablo no existe. El satanismo se trata de adorarte a ti mismo, porque tú eres responsable de tu propio bien y mal. La guerra del cristianismo contra el demonio siempre ha sido una guerra del hombre contra sus instintos más naturales –el sexo, la violencia, la autogratificación- y la negación de la pertenencia del hombre al reino animal. La idea del cielo es tan sólo la forma cristiana de crear un infierno en la Tierra''

Marilyn Manson


Durante un descanso en la gira de Nine Inch Nails de 1994, Marilyn Manson recibió una llamada a la habitación del hotel donde se alojaba en ese momento.

“El doctor quiere conocerlo…” dijo la voz de una mujer, firme y ronca.

Brian le preguntó si al doctor le gustaría ver su show la noche siguiente. El sabía todo lo que había que saber sobre el doctor pero él sabía muy poco sobre Marilyn Manson.

“El doctor nunca sale de su casa,” replicó fríamente.

“Bien, ¿cuándo quiere que vaya? Estaré en la cuidad por pocos días.”

“El doctor de verdad quiere conocerlo,” contestó. “¿Puede venir esta noche entre la una y las dos?”

Brian aceptó la propuesta sin pensarlo dos veces. Anton Szandor LaVey, fundador y alto sacerdote de la Iglesia Satánica, era su gran influencia a la hora de proclamar una ideología acerca de la religión y no podía dejar pasar esta oportunidad.
Esa noche, luego de semejante sorpresa, Marilyn Manson tomó un taxi hasta la casa de LaVey, sin decirle a nadie a donde iba. Al llegar a destino, vió un edificio negro común y corriente, rodeado por una elevada barda de alambre de púas. Caminó hacia la puerta, y se sorprendió al ver que no había ningún timbre. Ya casi decepcionado por el simple hecho de no poder hacer notar su llegada a la morada, decidió irse. Al darse la vuelta para regresar, la puerta se abrió con un rechinido.
Marilyn Manson estaba tan nervioso como emocionado, porque, a diferencia de la mayoría de las experiencias en las que conoció a alguien que idolatra, él sabía que esta no lo defraudaría.
Tímidamente entró a la casa y no vio a nadie hasta que estuvo a mitad de las escaleras. Un hombre gordo de traje con un mechón de cabello negro grasoso cubriéndole la calva estaba de pie en la parte superior. Sin decir una palabra, le hizo un ademán para que lo siguiera.
Lo condujo por un pasillo y cerró tras de sí una pesada puerta, que bloqueaba la luz completamente. Brian ni siquiera pudo ver al hombre gordo para seguirlo. Cuando ya comenzó a sentir pánico, lo tomó del brazo y lo jaló el resto del camino.
Finalmente abrió una puerta, y lo dejó solo en un estudio apenas iluminado. Junto a la puerta había un retrato generosamente detallado de LaVey de pie junto al león que tenía como mascota. La pared opuesta estaba cubierta de libros –una mezcla de biografías de Hitler y Stalin, horror de Bram Stoker y Mary Shelley, filosofía de Nietzsche y Hegel y manuales de hipnosis y control mental. La mayoría del espacio estaba ocupado por un sofá, sobre el cual colgaban varias pinturas macabras que parecían haber sido tomadas de Night Gallery de Rod Serling.
Para Brian, todo esto era emocionante. Varios años atrás había leído la biografía de LaVey escrita por Blanche Barton y quedó impresionado por lo inteligente que parecía.
Todo el poder que LaVey tenía lo había ganado gracias al miedo –el miedo del público a una palabra: Satanás. Al decir a la gente que era satanista, LaVey se convirtió en Satanás en sus ojos- lo cual no es muy diferente a la actitud de Manson al convertirse en una estrella de rock.
LaVey había sido acusado de Nazi y de racista, pero de lo que se trataba en realidad era de elitismo, el cual es el principio básico detrás de la misantropía. De alguna forma, su elitismo intelectual es en realidad políticamente correcto porque no juzga a la gente por su raza o credo sino por el alcanzable criterio de la inteligencia. El pecado más grande en el satanismo no es el asesinato, ni la amabilidad. Es la estupidez.
Después de que Brian pasara un tiempo solo en la habitación, una mujer entró. Usaba un llamativo delineador azul, un peinado innatural de cabello decolorado secado con pistola, y lápiz labial rosa embarrado como el dibujo de un niño que colorea por fuera de las líneas en un libro para iluminar. Usaba un ajustado suéter de casimir azul pastel, minifalda y pantimedias color natural con un cinturón elástico de los cuarentas y tacones altos. Detrás de ella venía un niño pequeño, Xerxes Satan LaVey, quien corrió hacia él y trató de quitarle sus anillos.

“Espero que se encuentre bien,” le dijo Blanche incomoda y formalmente. “Soy Blanche, la mujer con quien habló por teléfono. Salve Satán.”

Manson sabía que debía responder con algún tipo de frase formal que terminara con “Salve Satán,” pero no pudo obligarse a hacerlo. Le pareció tan vació y ritualista, como el usar uniforme en la escuela cristiana. En vez de eso, solo miró al chico y le dijo, “Tiene los ojos de su padre...” una línea de Rosemary’s Baby que seguramente ella conocía.

Al tiempo que salía, sin duda desilusionada por los modales de Brian, Blanche le informó, “El Doctor vendrá en un minuto.”

Las formalidades que él había visto hasta ese entonces, combinadas con todo lo que él sabía sobre el pasado de LaVey –como entrenador de animales en un circo, asistente de mago, fotógrafo policíaco, pianista de cabaret y demás- le hicieron esperar una gran entrada. No lo desilusionó.
LaVey no entró al cuarto, apareció en él. Lo único que faltó fue el sonido de una explosión y una nube de humo. Usaba una gorra de marinero negra, traje negro y lentes oscuros, aún cuando estaba dentro de su casa a las 2:30 a.m. Caminó hacia Manson, le dio la mano y le dijo inmediatamente con su ronca voz, “Aprecio el nombre Marilyn Manson porque junta dos extremos diferentes, al igual que el satanismo. Pero no puedo llamarte Marilyn. ¿Puedo llamarte Brian?”

“Claro. Como se sienta más cómodo,” replicó Brian.

“Debido a mis relaciones con Marilyn en los sesentas, me siento incómodo porque ella tiene un lugar especial en mi corazón,” dijo LaVey, cerrando los ojos gentilmente mientras hablaba. Siguió hablando sobre la relación sexual que tuvo con Monroe que comenzó cuando él era el organista en un club en el que ella era desnudista. En su conversación, él insinuó que su relación con él fue lo que hizo que la carrera de ella floreciera- el tomar el crédito por tales cosas era el estilo de LaVey, pero nunca lo hacía con arrogancia. Siempre lo hacía con naturalidad, como si fuera un hecho bien conocido.
Removió sus lentes oscuros de su cabeza de gárgola, conocida por miles de adolescentes de la contraportada de La Biblia Satánica, e instantáneamente se enredaron en una conversación intensa.
La cosa más valiosa que hizo ese día fue ayudar a Manson a comprender y aceptar el sentimiento de muerte, la dureza y la apatía que sentía por sí mismo y por el mundo que lo rodeaba, explicándole que todo era necesario, que era una etapa intermedia en la evolución de niño inocente a un ser inteligente y poderoso capaz de dejar una marca en el mundo.
En otra visita, LaVey le mostró un poco más de la casa –el baño, el cual estaba cubierto con telarañas reales o falsas, y la cocina, infestada de serpientes, aparatos eléctricos y tazas para café con pentagramas. Como cualquier buen showman, LaVey sólo le dejaba saber sobre él en pequeños trozos y revelaciones, y mientras más información le daba más se daba cuenta de lo poco que sabía sobre él. Casi al terminar esta visita, Antón le dijo a Manson, “Quiero hacerte reverendo,” y le dio una tarjeta roja certificándolo como ministro en la Iglesia de Satanás.
También, de un modo u otro, fue la forma de LaVey de ‘’pasar la antorcha’’, porque él estaba semirretirado y cansado de pasar tantos años defendiendo el mismo argumento. Ningún músico de rock famoso había defendido el satanismo en una forma tan clara, inteligente y accesible desde tal vez the Rolling Stones, quienes en Monkey Man inventaron una frase que podría haber sido el credo de Manson, “Well I hope we’re not too messianic/ or a trifle too satanic.”
Cuando Brian ya se iba, LaVey puso su mano huesuda sobre su hombro, y, mientras yacía ahí fríamente, le dijo, “Tú vas a dar una gran mordida. Vas a dejar una gran marca en el mundo.”


Resultó que el día en que Manson se convirtió en satanista fue también el día en que las fuerzas cristianas y conservadoras se aliaron y comenzaron a movilizarse en su contra. Justo después de esta reunión, le dijeron que el Delta Center, donde íban a tocar en Salt Lake City, no les permitiría tocar con Nine Inch Nails. Les ofrecieron, por primera vez pero no por última, dinero por no tocar.
Aunque hallan sido removidos del programa, Trent Reznor invitó al Reverendo al escenario, y resumió su acto entero en una simple acción, repitió “me quiere, no me quiere” mientras arrancaba páginas de la Biblia mormona.
Después de esta actuación, caminó hacia fuera del escenario y subió las escaleras que llevaban a los vestidores. Corriendo detrás suyo, venía ‘’Frankie’’, su manager de tour gritando…

“La policía está aquí, ¡Y vienen a arrestarte!”

Corrió hacia arriba e inútilmente intentó parecer respetable, lo que significaba quitarse su ropa interior de hule y ponerse un par de jeans y una playera negra de manga larga. Había una gran conmoción en el vestíbulo, y dos policías encubiertos entraron y gritaron “Estás bajo arresto por violar el código de entretenimiento para adultos.” Lo esposaron por detrás de la espalda, lo escoltaron hacia fuera del club y lo llevaron a la estación de policía. Él no estaba preocupado por que no parecían tener ningún resentimiento o algún sentimiento malévolo contra su persona, tan sólo estaban haciendo su trabajo. Pero todo eso cambió en cuanto llegaron a la estación de policía, y se presentaron a varios grandulones vestidos de policías que se veían como si quisieran hacer algo más que sólo su trabajo.
Uno en particular, con un grueso bigote negro, corpulento y con una gorra que decía ‘Primera Iglesia Bautista de Jacksonville’ parecía tener algo en su contra. Él y sus amigos policías hicieron numerosas bromas ignorantes a sus costillas, y después posaron junto a él para varías fotografías, probablemente para que pudieran mostrar a sus esposas el mono con el que habían jugado en el trabajo. Era una noche lenta, y claramente Manson era su diversión.
Pero para ese entonces entró un coloso negro ,posiblemente la persona más grande que haya visto Brian en su vida, y le ordenó quitarse el maquillaje. Luego de un costoso trabajo, la cara del Reverendo había quedado irritada de tanto refregarse.
Lo encerraron en una celda por dieciséis horas, y fue maltratado por los religiosos guardias que lo exhibían como si fuera que hubiesen atrapado al mismísimo Satanás. Tiempo después lo despertó un guardia y le avisó que su manager había pagado la fianza.

Así fue como Marilyn Manson se convirtió en Reverendo de la Iglesia Satánica, y parte de las consecuencias que trajo este hecho…